Si estás pensado en viajar por España, hay un lugar de maravillas desconocidas que no puedes dejar pasar: Elche. Una ciudad con un gran patrimonio histórico y una valiosa riqueza natural, considerada por la revista National Geographic como 'un oasis en la costa levantina'. Con grandes atractivos como El Palmeral, la Dama y sus bellas playas de dunas, Elche es una ciudad próspera industrialmente y repleta de encanto natural que merece la pena visitar. ¡En Gabol te presentamos una guía express!


Conocida por su industria del calzado y su emblemática Dama, Elche es una ciudad poco reconocida por su vasto patrimonio cultural. Su boyante industria del calzado (en sus fábricas se producen cuatro de cada diez zapatos hechos en España) la convierte en una ciudad activa y próspera, pero más allá de este innegable valor, Elche posee un gran patrimonio cultural y natural (no en vano tiene el mayor palmeral de Europa y una costa casi sin urbanizar) que merece la pena conocer.

Patrimonio cultural

Su más afamado tesoro es la Dama de Elche. La auténtica está en Madrid, pero en la ciudad se encuentra 'la copia más perfecta que nunca se ha hecho de ella –con técnica láser de reconocimiento tridimensional–, y que se exhibe en el Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE), un centro modélico que se nutre en gran medida de los hallazgos efectuados en el yacimiento de La Alcudia (3 km al sur) donde apareció la Dama', según cuenta la revista National Geographic. El museo se ubica en el Palacio de Altamira –el antiguo alcázar– y en un sótano de la plaza de Traspalacio. Dicha plaza, con terrazas, fuentes transitables y pasarelas rodeando la muralla árabe, es la mejor tarjeta de presentación de la ciudad alicantina y el mejor punto de partida para descubrirla.

Junto a la plaza se encuentra la basílica de Santa María del siglo XVII, donde se celebra cada 14 y 15 de agosto el Misteri d’Elx, un antiquísimo drama sacro-lírico declarado por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La visita por el centro de ciudad nos lleva hasta los Baños Árabes, ubicados dentro del convento de la Merced, y la torre almohade de Calahorra donde se puede admirar un fabuloso jardín vertical y se puede disfrutar de un delicioso vermut en su gastrobar.

Patrimonio natural

La naturaleza de Elche es única y particular. La más conocida y atractiva de sus riquezas naturales es El Palmeral más grande de Europa, declarado Patrimonio de la Humanidad, que se compone de decenas de palmerales repartidos por parques públicos y huertos privados, con un total de más de 200.000 palmeras. El más famoso y visitado es el Huerto del Cura, donde se encuentra la Palmera Imperial, una palmera-pulpo de ocho brazos que recibe su nombre por la emperatriz Sissí, quien dijo de ella: 'Tiene el poder y la fuerza de un imperio'. Muy cerca de allí encontramos el Huerto de San Plácido, que resguarda el Museo del Palmeral, instalado en una casa tradicional del siglo XIX. 'En él, además de repasar su uso y evolución, se puede ver a los palmereros trepando a los árboles y a las artesanas trenzando la palma blanca, algo que según los historiadores ya se hacía en tiempos de la Dama', comentan en National Geographic.

Para hacer un alto en el camino y reponer fuerzas, merece la pena visitar junto al Palacio de Altamira y a orillas del Vinalopó, el Parque Municipal: otro hermoso palmeral con 6 hectáreas de verdor donde se encuentra el restaurante El Dátil de Oro. En este clásico de la restauración ilicitana, podréis disfrutar de su especialidad, el arroz con costra: al horno y con huevo batido por encima. Para el postre, la Confitería Castell elabora la tarta Camp d’Elx con lo más rico de la tierra: dátiles, almendras, cítricos, romero y granada mollar.

Elche, además de poseer el mayor palmeral de Europa, cuenta con maravillosos humedales como el Clot de Galvany, el Hondo y las Salinas de Santa Pola, donde se pueden observar avocetas, cigüeñuelas y flamencos –en época de cría se juntan hasta 8.000–. Finalmente, entre las joyas naturales de la ciudad ilicitana están sus seis playas, buena parte de ellas vírgenes y con espacios de alto valor ecológico como El Pinet.


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